LLEGAN ‘EL DUENDE Y EL LEÑADOR’ A NORTÍTERES

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  • El cuento, a cargo de Ars Vita, de Hidalgo

La historia de un rey que no tenía corazón, avaricioso y malo, que cobraba impuestos por caminar, hablar, comer y ver, pero que terminaría siendo un monarca justo y comprensivo, fue la historia que el grupo Ars Vita, del estado de Hidalgo, presentó en el cuarto día de actividades del Festival Nortíteres a través del cuento El duende y el leñador, ante un público infantil y bullicioso que abarrotó las butacas del Teatro Universitario.

Pero también fue la historia de Pedro el leñador, un humilde campesino a quien su padre motivó para que abandonara el pueblo y se fuera por el mundo a buscar el amor de su vida, para lo cual lo proveyó con los ahorros de su vida y un par de calzoncillos.

img_4848Quizá haya sido el devenir triste de la princesa Flor de Sol, la hija del rey malo, quien vivía sola, afligida y atormentada en una de las torres del castillo, lamentándose porque su padre carecía de corazón y porque se sentía poco agraciada físicamente, y de vez en vez los guardias la oían cantando La muñeca fea, clásica de Francisco Gabilondo Soler “Cri Cri”.

O tal vez se haya sido la narración del mundo fantástico del duende Cuchuflás “por delante y por detrás”, quien sacaría a Pedro el leñador del calabozo del castillo, a donde lo había metido el guardia del rey para robarle el dinerito que su padre le había dado, y la historia del duende mágico que le regaló un corazón al rey y logró que fuera tremendamente bueno con sus súbditos.

Pero, finalmente, fue la historia de un reino con rey avaricioso, princesa triste, guardia malo, leñador inocente buscando al amor de su vida, y un duende genial que intervendría en la vida de todos para hacer del mundo un espacio mejor.

Así lo constataron los peques del Jardín de Niños de la UAS, quienes no se perdieron detalle desde que en el castillo se vio al rey murmurando sus ganas poseer más riquezas y de extender su reino, para lo cual instruyó a su guardia de confianza para que inventara más impuestos, en detrimento de los más pobres de la región.

Fue entonces que apareció Pedro el leñador, quien recientemente se había despedido de su padre y andaba en busca del amor de su vida, pero que para su mala suerte fue descubierto por el guardia del rey y éste le robó su dinero, encerrándolo en un calabozo, muy cercano a la torre donde vivía la princesa Flor de Sol, a quien oyó una tarde cantando La muñeca fea; enseguida se enamoró y clamó por ayuda para salir del encierro, con tal fervor que se le apareció el duende Cuchuflás “por delante y por detrás”, quien lo liberó.

Para no hacer más largo el cuento y frente a los lamentos de la princesa, el duende le puso un corazón al rey, quien se volvió tan bueno como la miel, y todo mundo contento y feliz; hasta los peques, porque el grupo Ars Vita les regaló tres finales a elegir: una linda boda entre la princesa y el leñador con todos los niños gritándoles vivas; una escena final donde la pareja aparece ya casada y donde Pedro es un borracho empedernido, mientras ella lo engaña con el guardia; o un final donde el leñador aparece coronado como el rey, pero igual de avaricioso y malo, como cuando el monarca no tenía corazón.

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