LA GRANDE CHAPELLE, EN “VIVE EL CERVANTINO MÁS ALLÁ DE GUANAJUATO”

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  • El ensamble hispano de música antigua y el conjunto coral Schola Antiqua ejecuta un réquiem construido para Cervantes.
  • La proyección del espectáculo, en la Escuela de Música de la UAS.

En su mano derecha llevaba una vela blanca, y en la izquierda, aquella que ya no pudo mover del todo después de la batalla de Lepanto, portaba la cuerda y el hábito que eran atributos de la Orden Tercera de San Francisco. Unos días antes de su muerte, don Miguel de Cervantes Saavedra había profesado con los franciscanos, quienes el 23 de abril de 1616 transportaron su cuerpo hasta el monasterio de las monjas trinitarias de Madrid, en donde se celebró una misa para difuntos.

Aquí comienza el silencio de los documentos. No se ha encontrado algún dato que dé noticia de la música que se tocó durante el oficio fúnebre. Tampoco se sabe si hubo sólo instrumentos o también voz, o qué ensamble participó en la liturgia. Hay una gran incógnita sobre el ambiente sonoro de la muerte de Cervantes, que el musicólogo español Albert Recasens se ha propuesto disipar con una estrategia asentada en una sólida base histórica.

Junto con su prestigiado ensamble de música antigua, La Grande Chapelle, Recasens grabó en el 2005 el material Réquiem para Cervantes, un homenaje sonoro para el Manco de Lepanto que vino  a ser el eje  de la conmemoración más grande del mundo por los 400 años de la muerte del autor del Quijote: la XLIV edición del Festival Internacional Cervantino.  La transmisión del espectáculo, en formato de video, está programada para este jueves 3 de noviembre, a las 10:00 horas, en el Auditorio “Margarita Sánchez de Corona” de la Unidad Académica de Artes de la UAS (Escuela de Música), como pare de la estrategia de difusión “Vive el Cervantino más allá de Guanajuato”.

2-mediumFundada en el 2005 por Albert Recasens, La Grande Chapelle es un conjunto vocal e instrumental de vocación europea, dedicado a dar una nueva lectura del repertorio musical español del siglo XVI al XVIII. Han creado el sello independiente Lauda, que tiene dos objetivos: explorar la relación entre música y literatura de los Siglos de Oro y recuperar la producción de los más destacados compositores españoles del Renacimiento y el Barroco.

Desde 2007, La Grande Chapelle está dirigida por el musicólogo y ejecutante de música antigua, Albert Recasens, hijo del destacado maestro y especialista en música antigua, Ángel Recasens. A su ardua labor en la investigación y recuperación del patrimonio musical hispano se suman algunos encargos realizados al ensamble: el Oficio de difuntos en la Catedral de México (ca. 1700) (Festival  de  Úbeda  y  Baeza,  2005), Música litúrgica de Domenico Scarlatti (Festival de Arte Sacro de Madrid, 2007), la zarzuela Briseida de Antonio Rodríguez de Hita (Via Stellae de Santiago de Compostela, 2007), el auto sacramental La Paz Universal o El Lirio y la Azucena de Calderón de la Barca / Peyró (Semana de Música de Cuenca, 2008), y Guineos. Villancicos de negros en las catedrales latinoamericanas (Festival d’Ile de France, 2014).

El grupo coral que acompaña a La Grande Chapelle, Schola Antiqua, se dedica desde su fundación en el año 1984 al estudio, la investigación y la interpretación de la música antigua, en especial, del canto gregoriano. Su repertorio abarca la monodia litúrgica occidental (beneventano, ambrosiano, mozárabe, entre otros) en sus diferentes formas, así como la primitiva polifonía de S. Marcial de Limoges, Notre-Dame, Ars Antiqua y Ars Nova. Su director es Juan Carlos Asensio, quien participó junto con Recasens en la investigación y construcción del réquiem.

Réquiem para Cervantes es un programa integrado por obras de compositores activos en el momento en que Cervantes falleció: Mateo Romero (ca. 1575-1647), nacido en Lieja, Flandes, quien sería maestro de capilla de los reyes españoles y un prolífico creador que no publicó nada en vida, pero cuyas obras se extendieron por toda la península ibérica y por América.

El otro compositor es el zaragozano Pedro Ruimonte, quien compuso gran parte de su obra mientras estuvo al servicio de los príncipes gobernadores de Flandes, en Bruselas. Los dos creadores son parte del tránsito del rígido estilo renacentista al más flexible barroco.

La pieza central del réquiem es la Missa pro Defunctis a 8 voces, de Mateo Romero, obra polifónica a dos coros cuya única copia se conserva en la catedral de Burgos, España. La Misa fue muy interpretada a principios del siglo XVII. Complementan el programa responsorios de las maitines para el oficio de difuntos, de Romero y de Ruimonte, que se cantaban durante las absoluciones, así como el salmo De profundis, que los clérigos recitaban mientras se dirigían a la depositio o sepultura del difunto.

3-mediumLa obra culmina con un canto polifónico sobre el texto Tota pulchra es Maria, de Sebastián López de Velasco, quien fuera maestro de capilla del monasterio de las Descalzas Reales. Los cantos que integran el réquiem se inscriben en la noción esperanzadora de la vida eterna propia del catolicismo. No obstante, sigue siendo una incógnita cuál fue la música que en realidad se interpretó durante el funeral del más grande escritor en lengua hispana.

Como lo han hecho notar varios especialistas en su obra, la música era algo común en su corpus literario. Siempre hay un elemento que alude a la ejecución musical en el festejo o en el espectáculo popular.

Apunta el musicólogo Louis Jambou: “lo que más le importa a Cervantes en el mundo de la música (es) el ritmo, el gesto coreográfico, la entrega del cuerpo a todos los bailes conocidos o recientemente de moda en el mundo hispánico: el «endemoniado son» de la zarabanda, la seguidilla, las folías, la chacona, y… otros quince más y en los cuales triunfa la gitanilla Preciosa.”

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