TOCA TURNO A BAMBALINA TEATRE PRACTICABLE

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quijote“Vive el Cervantino más allá de Guanajuato”, en instalaciones de la UAS

Se trata de un Quijote en versión títere en el que se develan sus más malévolas fantasías, y sus más profundos miedos e inseguridades.

El caballero de la triste figura ha de enfrentar la burla pública y tiene que librar una batalla interna contra sus propios demonios.

En un escenario completamente oscuro aparecen dos actores, uno de ellos enciende una a una las 18 pequeñas velas que comienzan a iluminar tenuemente la penumbra, mientras que el otro hojea una pila de libros que reposan sobre una mesa. Se escuchan algunos toques de una pieza musical, golpes, risas… Y aparece, en esa atmósfera lúgubre, el Quijote. Pero no es de carne y hueso, sino de madera. Es un títere.

Quijote es la obra maestra de Bambalina Teatre Practicable, agrupación originaria de Valencia, España, que desde 1985 es referente internacional del teatro de títeres y desde 1991 ha llevado este montaje por 36 países, de Polonia a Cuba y de Rumania a Singapur, con el reconocimiento del público y la crítica, que se podrá disfrutar gracias al programa “Vive el Cervantino más allá de Guanajuato”, en el que participa la UAS con un formato de transmisiones en video, y que tendrá lugar este martes 11 de octubre, a las 10:00 horas, en el Auditorio “Margarita Sánchez de Corona” de la Unidad Académica de Artes (Escuela de Música).

De manera intimista, triste y misteriosa, este espectáculo hace visible la parte humana del personaje. En la dramaturgia de Jaume Policarpo el hidalgo manchego no es únicamente el loco que con sus andanzas se convierte en icono libertario, sino que se muestra como un hombre lleno de miedos e inseguridades.

Solo en la estancia de su casa, ese Quijote que cobra vida a través de las actuaciones de David Durán y Ángel Fígols, bajo la dirección de Carles Alfaro, lee obsesivamente hasta perder la razón. Entonces se convierte en la antítesis del héroe universal, con toda su locura, su amor idealizado por Dulcinea y su complicidad con Sancho, su fiel escudero.

De su boca no sale una sola palabra, pero logra evocar con elocuencia atmósferas góticas y expresionistas por medio de la relación que establecen con él los dos actores titiriteros, quienes también fungen como personajes que prestan sus voces, gestos, pensamientos y sentimientos a las marionetas, pero que, por momentos, parecieran estar a las órdenes de los pensamientos malévolos de este Quijote.

En esas figuraciones los molinos de viento vuelven a tomar forma de gigantes, con los que el caballero de la triste figura lucha mientras en su cabeza la realidad y la ficción se hacen girones, y ya no sólo se enfrenta a esos feroces enemigos imaginarios, sino también a la crueldad de la burla pública, al mismo tiempo que libra una batalla interna contra sus propios demonios.

Los espectadores son testigos cercanos de esa desgarradora vulnerabilidad, que se acompaña a cada instante con la música de Joan Cerveró. Cada uno de sus toques profundiza en los sentimientos que ese devastado ser con corazón de madera, pero de naturaleza humana, provoca en quienes observan su juego perverso.

Cuando las tenues luces comienzan a apagarse una a una, a la par del aliento del sombrío caballero, se sabe que, para bien o para mal, su pesadilla ha terminado.

Al concluir la función, los miembros de la compañía platicarán con el público.

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