Mucho del dolor que se produce en el arte, viene de la pobreza económica: Cutberto López

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  • El dramaturgo sonorense intervino en el programa Universarte de la UAS, donde compartió su historia en el mundo de las letras

Con alrededor de 56 obras suyas estrenadas en distintas partes de la geografía nacional, pero también en Estados Unidos, Colombia y Francia, Cutberto López, quien durante estos meses de pandemia revitalizó el gusto por compartir su trabajo, recientemente a 150 creadores, a través de Facebook, confesó que dadas sus circunstancias, tanto como trabajador de la Universidad de Sonora, como por los estímulos recibidos y las publicaciones de sus obras, nunca ha padecido la sensación de ‘tirar la toalla’.

“Mucho del dolor que se produce en el arte, viene de la pobreza económica”, lo que provoca, dijo, la imposibilidad de vivir dignamente. “Y eso enoja mucho, frustra mucho y también modifica mucho la conducta, quizá, de muchos creadores”.

Dicharachero, el autor de la jocosa comedia Novia de rancho, autor de libros como Desierto, Yamaha 3000, Ligas Mayores y otras obras, y El panfleto del Rey y su lacayo, participó como invitado del programa Universarte de la UAS, bajo la conducción de Fernando Mejía, como parte de la cartelera virtual de la Coordinación General de Extensión de la Cultura y de la barra digital de Radio Universidad.

Cutberto López, Fernando Mejía, Carlos Rochín y Alberto Bueno

Durante la emisión se puso a contar sus inicios en el renglón del arte y la cultura, como recordar que siendo un estudiante de secundaria por azares del destino se plantó como alumno en una clase de teatro, allá, en Hermosillo, Sonora, justo cuando se realizaban improvisaciones teatrales y en una de ellas, una mujer le plantó una cachetada. “Y allí empezó mi emoción por el teatro: por un golpe”.

En el programa, donde también participaron Alberto Bueno y Carlos Rochín, el dramaturgo sonorense, quien desde hace años viene trabajando de la mano con el Taller de Teatro de la UAS y quien dirigió a Rodolfo Arriaga en el monólogo Marx en el Soho, adaptación suya del original de Howard Zinn, también rememoró sus inicios en las letras, justo en la época en que lo ‘exiliaron’, como empleado de la Universidad de Sonora, en un pequeño centro cultural ubicado en la colonia Pitic, de Hermosillo. “Pasaba muchas horas sentado y dije: qué voy a hacer, me voy a volver loco y entonces me puse a escribir teatro, y no he dejado de escribir desde entonces”.

Fue en esa época cuando de su pluma surgieron las obras Dios los bendiga, Calle de oro y El último dragón; y pese a que desde entonces han pasado muchos años, Cutberto López, con varios libros publicados y mucho de su trabajo creativo puesto en escena, no le gusta auto llamarse dramaturgo. “Nunca lo he dicho, son los otros los que dicen de uno; tú no te pueden nombrar a ti mismo; te puedes nombrar quizá para difundir, pero en realidad quien te construye es el otro, quien te nombra son los otros; nombrarte a ti mismo puede ser petulante”.

Luego de considerarse influenciado más que nada por el género de la novela, pero admirador de dramaturgos como Óscar Liera, Emilio Carballido y Hugo Argüelles, se refirió también a su proceso de creación: “La metodología que tengo de escritura, es la que yo le llamo la metodología de pitbull, es decir, una vez que agarro un texto, lo agarro del cuello y no lo suelto hasta que lo mato”.

Más adelante, quien se considera especialista en obra corta, quien en su tiempo fue mimo y también actor, expresó no considerarse pedagogo. “Y es una decisión que tiene que ver con el respeto a la profesión del pedagogo”. Asimismo, confesó que ha luchado por siempre contra ‘la bestia de la vanidad’ y que por tanto no le gusta que lo llamen ‘maestro’. “Prefiero que me digan Cutberto; y siempre les digo que maestro sólo hay uno: Luis de Tavira”.

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