Entre viejas historias e historias más viejas, charla con el cronista Mario Alvarado.
A conocer ese Culiacán más pobre pero más rico en valores, más rico en comida, ese Culiacán donde la mamá le daba de comer a ‘los plebes’, no meter la comida en el microondas, era la mamá la que servía los platillos. Es eso lo que le interesa a Mario Alvarado, así lo expreso en el programa Butaca 33 que conduce Ulises Cisneros y que forma parte de la barra digital de la Coordinación General de Extensión de la Cultura y la emisora institucional.
En emisión vía Facebook Live a través de las cuentas Radio UAS y Cultura UAS, el también licenciado en letras manifestó que “A la hora de la comida todo mundo se juntaba, era una alegría tremenda, que conozcan ese Culiacán cuando jugábamos en la calle, ese Culiacán de antaño, en el que nos sentábamos a platicar afuera de la puerta o en la esquina con todos los muchachos, jugando al yoyo o al trompo, todo eso, era otra forma de vivir, donde nos podíamos bañar en el río y robarnos alguna fruta de los sembradíos, nos daba hasta chorro pero éramos felices”.
Detalló que siempre le ha encantado la historia de Culiacán, pero no nada más hablar de los héroes, de las cosas bonitas, de su fundación, sino ir mas adentro. “Irme realmente con lo que la gente cuenta, desde chavo me gusta platicar con la gente mayor, escuchar sus consejos, cómo era el Culiacán que les tocó vivir, conociendo a la gente realmente, al que vendía tierra para las macetas, al que pregonaba vendiendo pan, todos esos personajes tienen su propia historia y siempre me ha llamado la atención ese tipo de personajes y basándome en eso ya tenía que afinar mi manera de escribir”.
En ese orden de ideas, externó haber estudiado letras con el fin de aprender el discurso que iba a plasmar en su obra, toda vez que dijo siempre haber sido muy vago, “De chavo perdí dos años que anduve de vago conociendo todos los pueblos de Sinaloa, la sierra y otros estados porque quería llenarme los ojos y oídos con las vistas y oídas de las gentes que habían vivido otras épocas, a mí me parece que tenemos una tremenda riqueza”. “Ahora que tenemos el medio digital, dije; voy a aprovechar todo esto, pero otra cosa importante, hacerlo desde el propio lenguaje de la gente, recopilar todos los regionalismos o modismos para que la sientan muy propia”.
Con respecto al programa ‘Algo qué contar de Culiacán’, mismo que se transmite de manera virtual, dijo estar contento de que los jóvenes se hayan acercado a la lectura, que el simple hecho de que se acerquen a la lectura ya es una ganancia “Emprendí este programa por la necesidad de que los chavos se acercaran a leer, no podemos decir que tenemos ganada la batalla, pero tengo muchos lectores que leen, que escuchan y se interesan un poco más sobre esta tierra que nos vio nacer, donde aman, ríen, en fin, el medio donde les tocó vivir, hacer que sientan orgullosos. Todo eso me motiva y me sigue motivando para seguir día con día, sacando una historia aquí y allá, es o es lo que me motiva.
Recordó también la curiosa manera en la que nace la receta del menudo blanco, ya que básicamente el todo el país es rojo. Y fue uno de sus personajes predilectos, Don Chalano, quien le contó la historia que data de 1867 y que a causa de las lluvias torrenciales en Culiacán, no hubo manera de pasar de La Loma de Rodriguera a Culiacán a conseguir el chile colorado ya que el río estaba muy crecido y las criadas de la hacienda tenían miedo de llevarle al patrón aquél ‘potaje’ y fue la nana del mismo la que le dijo “Mira, Manuel, no tiene chile colorado pero ahí ponle unos chiltepines si quieres” y fue así como nace esta sabrosa receta.
Contó además que tuvo qué aprender a jugar billar y softbol para acercarse a la gente para que le contara historias de Culiacán, de cómo una partida de pool de 5 minutos se convertía en una de 40 con Don Chalano y de Don Fernando, “Personaje que tiene una manera muy particular de platicar las cosas, hace pausas, las cuenta sin sabor pero y me lo gané jugando softball, en las noches hacen esos partidos y ahí conocí don Nando y me gané la amistad, siempre he platicado con la gente mayor porque es la gente que sabe cosas y gracias a eso he podido rescatar también mucho, por esto de la pandemia no se ha podido, Fernando vive en las cucas”.
Por último, señaló que los precios elevadísimos de los libros es una de las cosas que hace que el lector corra. Y que si todos soportamos un poquito vamos a recuperar el viejo Culiacán, donde podíamos dormir en las azoteas, con las puertas abiertas, en donde todo el barrio se conocía, nos encerraron, cada uno tiene tres o cuatro candados afuera, los malos son los que se adueñaron de la calle.