Con el tono mesurado que lo caracteriza, tras ese color de voz que en diversas épocas de su vida le ha servido para darle vida a diversos personajes en su carrera como actor, Joaquín Leyva estuvo contando su andar por los tinglados del acontecer cultural sinaloense y universitario, incluso remontándose a la ya lejana época de Difocur, hoy Instituto Sinaloense de Cultura, cuando participaba en las jornadas que se hacían en los límites serranos con Sonora, Chihuahua y Durango.
“Qué importante era hacer teatro en esas condiciones tan especiales”, dijo, en referencia a los claroscuros de la Operación Cóndor que en los años 70 se puso en marcha en un intento por erradicar el narcotráfico de Sinaloa. “La gente se escondía, tenía miedo, no se acercaba y era muy complicado”, destacó.
Miembro del Taller de Teatro de la UAS (TATUAS) desde 1983, ahora jubilado de la casa de estudios, pero activo como mentor en grupos de teatro juveniles, estuvo como invitado del programa Universarte, bajo la conducción de Fernando Mejía y la presencia de Carlos Rochín, charla en la que se remontó hasta 1977, cuando llegó a Culiacán proveniente de su natal Sonora, inscribiéndose inmediatamente en el grupo teatral de Difocur, donde participó en obras como El Testamento del perro, de Ariano Suassuna, con la dirección de Rafael Sandoval y con la que participó en la Tercera Muestra Nacional de Teatro, llevada a cabo en Aguascalientes, montaje que obtuvo la distinción como lo mejor del teatro de provincia.
Recordado por sus actuaciones en obras como Cúcara y Mácara, Las fábulas perversas, El Jinete de la Divina Providencia, Don Juan Tenorio, La señal secreta, Los caminos solos y El Oro de la Revolución, puestas por el TATUAS y donde tuvo como directores a personajes como Óscar Liera y Rodolfo Arriaga, reveló que fue precisamente con Arriaga como se acercó al teatro universitario, cuando éste dirigía el Grupo Apolo; pero que fue a partir de 1983 cuando empezó a “asumir el teatro con más rigor y con más compromiso social”, tras ponerse a las órdenes directivas de Liera, participando en el elenco del espectáculo poético La Guerra, con poesía del español Miguel Hernández, que se escenificó en la alberca que existía en la Casa de la Cultura de la UAS.
En Universarte, programa inscrito en la cartelera digital de la Coordinación General de Extensión de la Cultura, transmitido por Radio UAS y también por Facebook Live, Joaquín Leyva fue saludado y felicitado por diversos miembros de la comunidad teatral y artísticas de la entidad, como Alberto Soliían, Genaro Sahagún y Fito Arriaga.
Serio y mesurado, sin estridencias, Joaquín Leyva hizo un recorrido por su larga vida como actor, reconociendo en su momento a los compañeros con los que ha compartido vida artística, tildándolos de “forjadores del desarrollo cultural en Sinaloa”, coma Solián, Arriaga, Fernando Mejía, Martha Salazar, Héctor Monge y al finado Germán Benítez Borrego.
Si pudiera regresar en una suerte de máquina del tiempo, el primer actor confesó que le gustaría volver a personificar a ‘Pepe el grillo’, de la obra El Testamento del perro; al ‘Borrachín’ del espectáculo de títeres La Carpa de los dos colores (en una época participó con el grupo Guiñoleros de la UAS), y su actuación en El secreto de Gorko, de Alberto Chimal, en donde hizo el papel del niño ‘Gorco’.