- Entrevistado por Fernando Mejía, el director de ContempoUAS fue el invitado de Universarte en su versión digital
En el lejano Guayaquil, la ciudad ecuatoriana que se encuentra a 4 mil 218 kilómetros de Culiacán, Robert Spin soñaba con ser constructor de barcos, por lo que estudió mecánica industrial y la hizo de tornero y de electricista, pero también se había enamorado de la danza y suspiraba por bailar en los escenarios, por tener de frente al público y transmitir el arte de sus movimientos. Y porque la vida es así, un día se apareció en la capital sinaloense con 100 dólares en la bolsa, y entonces dio inicio la trayectoria profesional de su carrera artística.
Invitado del programa Universarte, acción integrada a la barra online de la Coordinación General de Extensión de la Cultura, contó que andaba en esas cosas de la mecánica cuando conoció a Wilson Picos, un reconocido exponente de la danza contemporánea en Ecuador -que en su niñez aspiraba a ser boxeador y torero-, y Robert Spin concluyó que quería seguir sus pasos, de modo que se las ingenió para aprender danza. “Estuve un año estudiando danza a escondidas, porque a los varones no se les permitía hacerlo”, dijo.
Y entre barajar a hurtadillas su desempeño como tornero y como bailarín en ciernes, finalmente se inclinó por el ballet y puso más empeño en la carrera. Acaso tenía 17 años cuando llegó Héctor Chávez a Ecuador, invitado a dirigir ciertos montajes de danza contemporánea, sobre lo que Robert Spin recordó: “Gracias al papá de un amigo, que iba a hacer un personaje con Héctor, y no pudo, me recomendó a mí y fue como llegué a esa compañía, y fue cuando empecé a tomar clases y ya, después de un año, Héctor me invitó a estudiar y bailar en Sinalodanza, y a estudiar la carrera de Técnico en Música”.
Llegué con 100 dólares en la bolsas –continuó-, consciente de que sabía coser, de que sabía mecánica y que de hambre no se iba a morir. “Trabajé nueve años en Sinaloidanza haciendo coreografías, bailando; trabajé con Fernando Mejía en la Compañía de Títeres de Pedro Carreón”, expuso.
Durante la emisión de Universarte, transmitido por Facebook Live, a través de la cuenta Cultura UAS -bajo la conducción del titiritero Fernando Mejía-, añadió que además tuvo la oportunidad de trabajar con el TATUAS en dirección escénica, pero siempre con la carcoma de ya regresarse al Ecuador de sus quereres, excepto que en el año 2000 decidió instituirse como bailarín solista y tiempo después fundó la Compañía Athros Danza Contemporánea. Vendría luego ConempoUAS, que él dirige. Y llegaría la génesis de su incursión como maestro de ballet en los talleres de la Casa de la Cultura Miguel Tamayo.
Entre otras cosas, contaría que no hay que tenerle miedo a la danza contemporánea y que, a sus 55 años de edad, no nada más piensa en personas de su generación, haciendo hincapié en que le gusta trabajar con niños y jóvenes. Casi para despedirse, Robert Spin agregó que siempre fue distinto a los demás: “Fui diferente hasta en la manera de vestir: cuando no se usaban ciertas o tales prendas, yo las usaba; y si me chiflaban, pues bienvenido el chiflido, todo es autoestima”, concluyó.
Y así la historia del bailarín que llegó a Culiacán con 100 dólares en la bolsa, tras la búsqueda de un astillero para recomponer sus sueños.