- El dramaturgo universitario recordó sus inicios en el teatro en 1974 cuando llegó a Sinaloa.
En un espacio de diálogo, Rodolfo Arriaga Robles, director del Taller de Teatro de la UAS compartió cómo llegó a Sinaloa en 1974 desde su tierra natal Sonora, para tener sus inicios en la escena teatral, esto como parte del conversatorio “Rodolfo Arriaga, 50 años de la labor escénica”.
El evento enmarcado en el XXX Festival Internacional Universitario de la Cultura, tuvo como invitado al periodista cultural universitario, Ulises Cisneros quien destacó la trayectoria de Arriaga Robles y contó que es uno de los maestros fundadores del teatro en Sinaloa.
Para Mariano Espinoza Ricalde, director artístico de la Organización Teatral de la Universidad Veracruzana y uno de los promotores más importantes del teatro en México, la constancia de Rodolfo Arriaga lo ha llevado a tener esa gran carrera teatral, y mostró el orgullo de haber formado parte de un grupo de teatro encabezado por Óscar Liera, un grande del teatro nacional.
“En estos años el TATUAS se ha convertido en un grupo consolidado con gran actividad. Son 50 años de trayectoria que se dicen fácil (…) tienes todo el apoyo para continuar con el movimiento teatral. Muchas felicidades, larga vida al ‘Fito’ y al teatro Universitario”, manifestó.
Así también, Cutberto López, dramaturgo sonorense, recordó una serie de momentos que ha vivido con Rodolfo Arriaga, lo felicitó por la manera en la que ha llevado el teatro en Sinaloa. “No sabemos por qué hacemos teatro, pero ahí estamos día a día, obsesionándonos, enojándonos, buscando recursos para la producción”.
Rodolfo Arriaga compartió en breve la historia de sus inicios en el teatro, y aceptó que al principio no tenía la intención de dedicarse a la escena teatral.
“En aquel momento solo entré al teatro para llevar un mensaje revolucionario (…) ese proceso de enamoramiento, de convención, de que la gente esté reaccionando a lo que ve, es lo que me hizo quedarme en el teatro”, aseguró.
Recordó que en 1982 llegó Óscar Liera a Sinaloa y planteó la necesidad de hacer un teatro que los identificara y los definiera, y fue en 1984 cuando escribió “El jinete de la divina providencia”,’ obra que se volvió un paradigma nacional y que acrecentó su amor por el teatro.