¿Puede una mujer llegar al extremo de desear ser hombre, con tal de no vivir con la zozobra de sumarse a las víctimas del feminicidio? En alguna parte de la obra Femininjas se sugiere, pero muy someramente, sin profundizar, porque el montaje, aunque atractivo por la oportunidad del tema, ofreció sesgos de un discurso doctrinario respeto al concepto de feminicidio, pero luminoso porque su narrativa parte desde la cosmovisión del mundo adolescente, como lo propone la dramaturgia de Verónica Vicaña, obra llevada a escena por el grupo de teatro La Cuarta Pared, del ITSON Navojoa, bajo la dirección de Marian Amavizca.
Inscrita dentro de la cartelera del vigésimo sexto Festival Internacional Universitario de la Cultura, transmitida por Facebook Live, el toque juvenil fue persistente de principio a fin, tanto por la música rap como por el uso de colores, incluidos elementos activos, a manera de sombras oscuras, que se usaron para reacomodar, en el transcurso de la historia, los elementos escenográficos compuestos por cubos, que al final resultaron efectivos porque bien semejaron las butacas de un aula de clases, como las bancas de cualquier parque.
Aunque no hubo el desarrollo claro de un conflicto -que no fuera otro más que el miedo mismo por el asesinato de jovencitas (que en todo caso fue la atmósfera)-, la obra se desarrolló con buen ritmo y tuvo líneas centelleantes, con ganas de que continuaran, como cuando una chica le pregunta a su maestra si algún día, cuando crezca, se le desaparecerá el miedo, y le mentora le responde que no, que deberá aprender a vivir con él.
Cabe señalar que la obra Femininjas es un montaje ganador del Programa Nacional de Teatro Escolar Sonora 2019-2020, anunciada como la historia de un grupo de adolescentes, estudiantes de secundaria pública, quienes ven rota su cotidianeidad después de que una de sus compañeras es asesinada en el parque cercano a su escuela.