Con la Revolución Mexicana, la fotografía deja de ser el elemento simbólico propio de la élite y se convierte en algo propio de todas las clases, un objeto cultural compartido: Diana Perea Romo

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La especialista participa en charla sobre Cultura visual y fotografía en Sinaloa, del Porfiriato a la Revolución.

Tomando como punto de partida una fotografía de la colección de Don Miguel Tamayo, incansable promotor cultural y un referente para historiadores, la investigadora y catedrática de la Facultad de Historia participó en el programa de la Escuela de artes Plásticas con el que tiene a bien contribuir en la agenda cultural de la Coordinación General de Extensión de la Cultura.

En evento transmitido vía Facebook Live con las cuentas de Cultura UAS y Radio UAS y acompañada de Mirlo Gallardo en la conducción, la especialista en historia sociocultural visual de los siglos XIX y XX expresó que la puerta de entrada para el fenómeno de la fotografía fue el puerto de Mazatlán en 1842 y la manera en que ha ejercido un poder en la sociedad «Creo que esa fascinación que ejerce en nosotros el ver una foto antigua y ver a los ojos a personajes que existieron hace más de cien años, creo que eso era lo que perseguían también quienes inventaron la fotografía».

Después de una breve revisión de materiales fotográficos en diapositivas en las que se muestran el Carnaval de Mazatlán de 1910, los funerales del gobernador Cañedo, la manera en que los estudios fotográficos capturaban los momentos diarios de un Culiacán en tonos sepia y cómo los personajes que vivieron el movimiento revolucionario fueron apoderándose poco a poco de los estudios fotográficos,  ya que sólo las altas esferas tenían acceso a inmortalizar sus retratos, llegaron a ser más asequibles para el ciudadano de a pie.

Manifestó que el gran acontecimiento del siglo XX que es la Revolución Mexicana «La primera revolución social en el mundo y ocurrió en México, tuvo gran importancia a escala mundial y el porfiriato fue el momento para que los fotógrafos ensayaran nuevas formas de retratar a la sociedad (se muestra una fotografía con vista general de los funerales del gobernador de Sinaloa, Francisco Cañedo) y fueron un gran acontecimiento que vivió la sociedad y es notorio en la imagen, personas de distintas clases sociales, se nota en la vestimenta, los rebozos y sombreros».

La también doctora por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo expresó que la revolución también fue una revolución de género para ella, dada la participación femenina, y es que se hizo referencia a la Coronela Ramona Viuda de Flores, quien gracias a su condición pudo tener participación activa durante el movimiento y adaptó su indumentaria, masculinizándola y cambiando los elementos que se utilizaban tradicionalmente como ornato en los estudios fotográficos al sustituirlos por fusiles, sables, cananas, sillas de montar y rifles, que eran propios de los líderes de la época.

En cuanto al carácter objetivo y subjetivo de la fotografía manifestó «Los historiadores nos acercamos a la fotografía buscando objetividad en ella, es decir reproduciendo la idea de que la fotografía era el reflejo fiel de la realidad, que era el espejo de la realidad o que una fotografía no mentía, no obstante las fotografías indexan la realidad pero son una creación subjetiva que depende desde el momento decisivo en que el fotógrafo enmarca un plano de la realidad y que hace un clic y este carácter subjetivo no va en menoscabo del valor de la imagen, sino que al contrario, nos permite analizar más elementos de ella.

Po último, conminó a las autoridades universitarias a que no terminen la tradición de Don Miguel Tamayo, la de mostrar el Culiacán antiguo en el que los jóvenes interesados por la fotografía pueden volcarse para tomar inspiración.

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