Ramón Mimiaga, el personaje por el que Liera se acercó al universo teatral

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Debió correr el año 1958 cuando Ramón Mimiaga, que entonces era un niño, se apersonó en la casa de su compañerito de primaria, Jesús Óscar Cabanillas Flores, quien muchos años después se revelaría como el dramaturgo Óscar Liera, para ver las posibilidades de que ingresara a la Compañía Infantil de Socorro Astol, donde preparaban la obra El Árbol del buen deseo. “¡No, hombre, qué esperanza! Hasta a mí me corrió la mamá porque le estaba sonsacando a su hijo con el teatro”, contó Mimiaga durante la charla online que sostuvo en el programa Universarte de la UAS.

Sin embargo, abundó que pocos años después, cuando ambos cursaban estudios de secundaria, volvió a invitar a Jesús Óscar para que se sumara al elenco de la obra Los Tres Valientes, que él dirigía, y entonces sí logró la aprobación familiar para que el muchachito apareciera en escena, personificando a un conde.

Entrevistado por Fernando Mejía y Carlos Rochín, evento enmarcado en la cartelera de la Coordinación General de Extensión de la Cultura, casi de principio a fin estuvo trayendo a colación el nombre de Liera, como cuando éste lo llamó a Guadalajara, donde residía, para que se hiciera cargo del grupo de teatro Yori que había fundado en Los Mochis. “Necesito tu apoyo, te vamos a pagar todos los traslados, tú échame la mano”, le dijo.

Y es que Óscar Liera, narró el invitado, ya tenía mermada la salud y decidió no moverse mucho de Culiacán, donde únicamente se dedicaba a atender al Taller de Teatro de la UAS, que él también fundó y dirigía.

Esta anécdota dio pie para que Ramón Mimiaga, autor de alrededor de 30 obras, como La venus manchada, El valle de los sueños perdidos, El espíritu de la Pascola, Plácido convite, Arias para Caruso y Los mitotes de Belén, contara el caudal de experiencias que vivió al frente del grupo Yori, con el que puso uno de sus textos dramatúrgicos, recién terminado: El Mahone. “Y fue realmente una cosa maravillosa, porque vi gente entregada con toda el alma y de corazón, al teatro”.

Universarte, programa transmitido por Radio Universidad, así como por Facebook Live, fue el espacio donde el escritor, guionista, director de teatro y de cine, confesó que, de entre todos los quehaceres, se inclinaba por el perfil académico, área en la que continuamente está ofreciendo talleres y seminarios, más en la línea cinematográfica.

Al cuestionársele sobre su proceso de madurez como dramaturgo, aceptó que antes era un poquito más frívolo. “Hay una obra muy frívola que tengo, una obra que fue prácticamente la primera que escribí y se llama Arias para Caruso, que la acabo de reescribir otra vez y le puse el Harem turco; y es una obra muy frívola, pero me encanta el teatro frívolo, como para hacer teatro de revista”.

En este orden de ideas, añadió que en lo temático sí ha cambiado, haciendo saber que actualmente hace equipo con Abril Mayett en un trabajo escénico sobre la vida conventual de las monjas clarisas, además de que trae la inquietud de ingresar a una nueva corriente teatral, llamada ‘narraturgia’.

En cuanto a las influencias que ha recibido, expresó que en dramaturgia Óscar Liera es su principal referente, nombrando además a Jaime Humberto Hermosillo y Ludwik Margules.

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