La UAS dedica altar a don Cuauhtémoc Álvarez y su hijo asiste a rendirle honores, interpretando las canciones que le gustaban

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  • Y en el patio de la Casa de la Cultura Miguel Tamayo, el Grupo de Proyección Folklórica ejecutó el misticismo de las danzas prehispánicas

Con un crucifijo de más de ciento ochenta centímetros de altura atestiguando el hecho, padre e hijo frente a frente: don Cuauhtémoc Álvarez de etérea presencia, o desde el retrato suyo colocado en la cumbre, y su hijo Pedro Álvarez interpretando con el saxofón las canciones que le gustaban, iluminando el justo instante que justifica el levantamiento de altares y ofrendas, esta tradición de alma mexicana con la que se invoca a los fieles difuntos para que repitan sus gozos terrenales, en compañía de sus seres queridos.

Homar Medina, agradeciendo la presencia de Pedro Álvarez, hijo del homenajeado

Este momento mágico se hizo posible dentro de la programación de la cuadragésima primera Celebración Universitaria de Día de Muertos, al presentar virtualmente los altares que este año se levantaron en el salón principal de la Casa de la Cultura Miguel Tamayo, donde el principal fue dedicado a quien por más de tres décadas llevara la batuta de la Banda Sinfónica de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), don Cuauhtémoc Álvarez Lizárraga.

Fuera, en el patio, con el follaje de una ceiba refrescando el momento, el Grupo de Proyección Folklórica de la UAS había ejecutado danzas prehispánicas con sus atmósferas de misticismo, seguidas de cantos populares como La Llorona y La Bruja, arropados con coreografías y elementos de vestuario propios de la ocasión.

Grupo de Proyección Folklórica de la UAS

Y dentro, el despertar intermitente de recuerdos cada que se observaba el conjunto de altares, porque hubo otros además del ofrecido a don Temo Álvarez; y aparte uno que no lo era y que dolía al ver el retrato, porque en él sonreía el saxofonista Rafael Morales Soto, fallecido hace apenas unos meses y a quien no se le pudo honrar con un altar. No. Porque en los entendidos de la tradición, debe pasar más de 1 año para que esto suceda; de lo contrario, no se dejaría ir al difunto, se le retendría en la tierra, sin permitírsele alcanzar la paz eterna.

Y para hacerle compañía al señor Álvarez, un altar a don Manuel “el Chino” Flores, quien fuera un músico de calado y gran camarada del principal homenajeado originario de Navolato, hijo de don Pedro Álvarez Martínez, pilar de una dinastía de grandes músicos: los Álvarez.

Esto de la gran dinastía lo recordó el Coordinador General de Extensión de la Cultura, Homar Arnoldo Medina Barreda, al dirigirle un mensaje de agradecimiento a Pedro Álvarez por su participación en el homenaje, transmitido desde la cuenta Cultura UAS de Facebook, al tiempo de recordar a don Cuauhtémoc como uno de los brillantes directores que ha tenido la Banda Sinfónica de la institución.

Responso indígena

Fue el autor de los altares, Jorge Luis Hurtado Reyes, Coordinador de Artes Visuales de la UAS, quien se encargó de ofrecer detalles del montaje, donde dominaron los colores violeta, rojo y verde, en el que había calaveritas representando a otros artistas fallecidos, en donde las catrinas personificaban a las mujeres que tanto festejan la música; en donde había una cruz de piedra representando a la tierra; la elaborada con sal, al agua: y las flores de papel, al aire. Enseguida, Hurtado Reyes explicó lo de los demás altares, como el responso a las danzas indígenas, donde dominó una magnífica pintura de Alfredo Güicho. Y otro más a su propia familia.

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