- Bajo la dirección de Gordon Campbell, se presentó en los Miércoles de Concierto de la UAS, en Radio Universidad
Culiacán, Sin.- Y de repente se vivió la sensación de estar en un salón de palacio, con la corte moviéndose grácilmente, como si allí anduviera la bella Sisi, personificada en un filme por Romy Schneider, cuando la Sinfonietta Philomusica Juventus tocaba el Menuetto, segundo movimiento de la Serenata No.10 para viento en Si bemol mayor K 361/370, mejor conocida como Gran Partita, de Wolfang Amadeus Mozart, dándole un ambiente de fiesta a los Miércoles de Concierto de la UAS, en el teatro auditorio Juan Eulogio Guerra Aguiluz de Radio Universidad, con Gordon Campbell como director.
Había abierto con el Molto Allegro, y fue aquella la tarjeta de presentación del músico austriaco, la impronta de un chisporroteo musical feliz, que demandó el interés satisfecho de todos cuanto asistieron al recinto universitario, atendiendo la invitación de la Coordinación General de Extensión de la Cultura, la Unidad Académica de Artes y la Dirección de Radio UAS.
Fue tan gratificante la intervención de la Sinfonnieta, que en el Adagio, el tercer movimiento, tan envolvente y acompasado, muchos esbozaron una sonrisa sin remedio, estado de placidez que continuó con el Menuetto (Allegretto), que era fácil figurarse observando a la corte de palacio haciendo reverencias, música que de repente se volcó en una redondez tremenda y concluyente.
De los 35 músicos que integran a la Sinfonietta Philomusica Juventus, allí estaba sólo 12 de la sección de vientos (4 clarinetes, 2 fagots, 2 oboes y 4 cornos), más el sostén imprescindible de 1 contrabajo, mientras el maestro Gordon Campbell dibujaba geometrías con la batuta, logrando la solidez musical de esta obra magna de Mozart, cuando de alientos se trata, que es la prueba de fuego de todo músico que se jacte de tocarlos.
El quinto movimiento, esto es, el Romanze (Adagio) devino primero con discreción y luego se volvió perspicaz con los fagots en plan de intermitencia, mientras los clarinetes y los oboes cantaban, frente a un público silencioso pero contento, que no interrumpió el concierto ni con la suavidad de un suspiro.
El penúltimo movimiento (Tema con variazioni) fue como sentir a Mozart el juguetón, el chisporroteante, el hacedor de destellos con las notas, un apartado en donde todos los instrumentos de viento charlan, unos más que otros, o viceversa, con un cierre tan inesperado y bullicioso, sobre los acordes expresivos del contrabajo.
Y no pudo resultar un adiós más vivaz con el Finale, el Molto Allegro de la Gran Partita, el último de los siete movimientos de esta obra magnífica de Wolfang Amadeus Mozart, con toda la concurrencia aflorándole la sonrisa y que estallaría con un aplauso largo, agradecido y de reverencias, tanto para los 13 músicos, como para el maestro Gordon Campbell, en su temporada 2020.