CUANDO EL AGUA SE ACABA, LA HISTORIA CONTADA EN UNIVERSARTE DE LA UAS

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  • A través de la obra ‘Julia y el mundo sin árboles’, refrendan la necesidad de cuidar la naturaleza, so pena de convertir la tierra en un páramo inhabitable.

Érase una vez una niña que nunca conoció los árboles. Y ni siquiera la lluvia, porque, sin ellos, no aparecía siquiera una nube para remedio, lo que significaba que la niña, que se llamaba Julia, vivía en un pueblo sediento, en un páramo cruel, triste, seco y polvoriento. Sólo una persona, por azares del destino, tenía acceso al preciado líquido. Le decían don Polaina y era un malvado, un hombre feo que obligaba a medio mundo a trabajar para él, a cambio de unas gotas para no morir de resequedad. Hasta la pequeña Julia, urgida por la necesidad de agua, se postraba a los pies de don Polaina para cortarle las uñas.

Tal fue la historia narrada en el cuento ‘Julia y el mundo sin árboles’, presentado por El Copechi Títeres, de Guasave, al filo del programa UniversArte de la UAS, los Sábados Culturales Universitarios que se vieron repletos de niños y sus familias, en el Teatro Universitario, quienes habrían de interactuar enérgicamente, en determinado momento de la obra, para que de una vez por todas se acabase el problema de desabasto de agua y todo mundo viviera contento.

Y es que era grande el desespero. Pero cierto día, la niña y su abuela, se toparon con un libro mágico, en cuyas páginas había una semilla que podía resolver la desgracia. Y bajo el conjuro: “Cuenta que te cuento, te cuento hasta tres para que entres al cuento”, Julia se metió a él, cosa que hizo también don terrible Polaina. Pero es ella la que la encuentra y le rogó, le exclamó con toda su fe: “Semillita, semillita, semillita ven aquí, si tú vienes yo te siembro y cuidaré mucho de ti”.

El caso es que la semillita respondió, empezó a formarse un esplendoroso árbol y al cabo del tiempo el pueblo volvió ser feliz, dejando la enseñanza, tras el montaje de esta obra, que contó con la organización de la Coordinación General de Extensión de la Cultura y sus direcciones de Actividades Artísticas y Académico Cultural, más la colaboración de la Escuela de Artes Plásticas, de que no se debe abusar de la naturaleza, que hay que cuidar los árboles, porque sin ellos no hay vida, no hay agua y tampoco existiría oxígeno para bien respirar.

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