VIVEN LA MAGIA CON EL BALLET DE SAINT PETERSBURG

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  • Insuficiente, la explanada del Edificio Central de la UAS

La gracilidad de los movimientos, la perfección técnica de las ejecuciones y la belleza plástica de la totalidad del conjunto de las coreografías -junto con el marco escenográfico, el vestuario y el juego de luces-, mantuvieron arrobados a los cientos que se arremolinaron en torno al escenario, porque, ante el intento de no perderse un solo detalle de cada paso de danza clásica ofrecido por el Ballet de Saint Petersburg -quien con estoicismo bailó en medio de los calores de Culiacán-, los asistentes le hicieron la ronda al estrado, porque, de frente, a muchos les era imposible gozar las escenas debido a que la sillería se atiborró desde temprana hora, y entonces no quedó de otra que instalarse alrededor, de pie, o sentados en el piso, y también encima de las fuentes, codo a codo, cuerpo a cuerpo, disfrutando el esplendor del cuerpo ruso de baile.

Entonces, la noche del martes 15 de mayo, en Culiacán, con todo y las incomodidades, se vivió a plenitud la magia del ballet, traída a la ciudad como parte de la cartelera del XXIII Festival Internacional Universitario de la Cultura, en una explanada que resultó francamente insuficiente, aun con lo simbólico que representa tener a un costado al emblemático Edificio Central de la UAS, situación que provocó comentarios en cuanto al posible uso de otros espacios, en caso de que volviera el ballet ruso a otras celebraciones de la institución, como el Estadio Universitario.

Cuando el sol todavía estaba puesto, niños, jóvenes y adultos empezaron a ocupar las butacas, instaladas en la explanada para disfrutar las escenas del Ballet de Saint Petersburg, una de las agrupaciones más reconocidas en el mundo por la calidad de su técnica, esa misma que demostraron durante la función.

El Ballet, que en otras ediciones del Festival ya había ofrecido su propuesta dancística, cumplió de nuevo con creces su presentación. Las ovaciones por parte del público así lo demostraron.

Los cuerpos perfectamente entrenados de los bailarines se lucieron al ejecutar los actos finales de tres obras ya clásicas: Giselle, Don Quijote y El lago de los cisnes; y apoyados con de una vistosa escenografía, vestuario y dos pantallas para mejor apreciación, los más de 20 artistas, dirigidos por Marina Medvetskaya, abrieron el programa con Giselle, la representación por excelencia de la danza del romanticismo, estrenada en 1841, en la Ópera de París.

En ella, los participantes elevan los sentimientos más profundos del ser humano, en el que el amor es el protagonista y los pas de deux y giros, por siempre, han de sorprender a cualquiera. No fue menos impactante la ejecución del Lago de los cisnes y Don Quijote, que en casi tres horas de función conmovieron a los asistentes. Ambas obras, cuyos personajes, con el paso de los años, se han vuelto inolvidables, permitió que el Ballet ocupara el escenario para representar la parte crucial de cada historia.

El grupo de bailarines, fieles a la técnica rusa, que incluyeron a Culiacán en su gira 2018 por México, trajeron a escena a esa Dulcinea de inigualable belleza y a los cisnes y príncipes. Toda la magia del ballet reunida para todos.

Al final, con todo, nadie se quedó sin haber soñado, al menos un poco, con esas espléndidas escenas que nada más la danza clásica es capaz de generar.

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