REVELAN IDIOSINCRACIA SONORENSE, CON LA PUESTA EN ESCENA ‘EL MENTIDERO DE CHICO TALEGAS’

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La Compañía Teatral del Norte, participa en el XXIII Festival Internacional Universitario de la Cultura.

 Sin ninguno de los clichés que tanto endilgan a los norteños, esto es, sin hacer uso de los recursos físicos que según identifican tanto a sonorenses como a sinaloenses, excepto por ese hablado franco, directo y hasta políticamente incorrecto, de repente el público se vio inmerso en el plano singular del costumbrismo popular, donde cuatro personajes hicieron lo suyo para entretejer un punto de reunión y hacer volar la imaginación -que incluso aún podría estilarse por las inmediaciones de cualquier pueblo o ranchería-, viendo pasar la vida alrededor de una fogata, mientras dibujaban vidas, anécdotas y situaciones en los bordes del humor y la quimera.

Mediante El mentidero del Chico Talegas, obra escrita y dirigida por el reconocido dramaturgo sonorense, Paulo Sergio Galindo, la Compañía Teatral del Norte se metió en los corazones y las risas de quienes asistieron al Teatro Universitario, mayormente jóvenes, la mañana del lunes 7 de enero, como parte de la programación del XXIII Festival Internacional Universitario de la Cultura.

Por supuesto, la sonoridad del acento norteño se hizo oír a través del cuerpo actoral, representando al Sapo Morales, el Chile Verde, al Cuate Córdoba, y desde luego a Chico Talegas, quienes se dispusieron a narrar sus vivencias, al modo y la imaginación de cada cual, tras un viaje sentimental, pero divertido -según el tono de la charla-, por los recovecos de la sierra sonorense, situación que logró entusiasmar al estudiantado reunido en el Teatro Universitario, que a la menor provocación soltaba la carcajada, sin inhibiciones, sobre todo por el lenguaje ‘suelto’ de los actores, de acuerdo al guion de Galindo.

Cuando el Cuate Córdoba narró sus perspicacias en torno a cierta vez en que, ante la falta de agua, lazó una nube y amarrada la trasladó a su pueblo para colmar la presa con el vital líquido, el júbilo de la concurrencia no se hizo esperar; quizá, los de más edad, equipararon la ‘mentira’ con las historias contenidas en ‘El Güilo Mentiras’, obra del escritor nacido en Escuinapa, Dámaso Murúa.

En otra historia, hasta a Tata Lázaro hicieron aparecer, desde luego que desde la visión del protector de las causas sociales de los pobres.

Los sorbos de café, solos o con un piquete de alcohol, y las humaredas de tabaco, fueron parte del conversatorio de los personajes que compusieron El mentidero de Chico Talegas, dibujando una obra plena de simbolismo, con ese lenguaje tan propio del hombre del norte, que pobló la imaginación del público y quien seguro le encontró semejanzas con situaciones, o personas, del territorio sinaloense, que mucho tienen en común con la idiosincrasia de Sonora, como bien lo dijera en un ensayo el cronista e historiador Antonio Nakayama.

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