Fue inaugurado el 12º Festival de Monólogos
Sin usar más allá de un metro cuadrado del escenario, la actriz uruguaya Cecilia Cósero demostró por qué el montaje “Trinidad Guevara” fue elegido para inaugurar el doceavo Festival de Monólogos Teatro a una sola voz, conquistando desde el primer instante la atención de los espectadores con el pleno dominio de la técnica actoral, pero sin rigideces, con soltura plena, grácil, encantadora, dueña de la situación, desde luego que sola, pero sin embargo suficiente para inundar de imágenes el entorno, sin siquiera artilugios escenográficos, nada más con recursos de iluminación y con su cuerpo convertido en instrumento, en caja de resonancias, en sitio de ritmos y voces lejanos que trajeron hasta Culiacán la historia de una mujer independiente y transgresora de su tiempo.
Con el Teatro Universitario a tope, María de Jesús Rendón Ibarra y Rodolfo Arriaga Robles, por parte de la UAS, y Juan Salvador Avilés Ochoa, en representación del municipio, fueron ágiles en el protocolo de inauguración, el pasado domingo 10 de julio, porque había que recorrer la cortina a tiempo tras la expectación por ver el monólogo en gira desde el Uruguay, ese que dijeron que contaba los pormenores de una actriz que hizo fama al infringir cánones femeninos en la antigua Argentina, tildada como mujer prostituida y también cloaca de vicios e inmundicias, lo que le mereció ser llamada la “Ana Bolena” de la América del Sur por un tal Padre Castañeda.
De no haber tenido ritmo y carecer de actuación admisible, “Trinidad Guevara” hubiera pasado de noche entre el público sinaloense, dado que la dramaturgia de Marianella Morena está repleta de nombres y situaciones ajenos a la cultura local y mexicana; pero más que ritmo, hubo música; y más que actuación admisible, hubo un desempeño magnífico por parte de la actriz Cósero, quien de repente dejaba la sensación de ser una ejecutante sensacional de percusiones, pero también una magnífica cantante, o una decidora de poemas implacable, que en resumen atestiguó ser una excelente actriz que puede hacer la historia que le digan y con el ella conquistar cualquier público.
La propuesta de Marianella Morena tiene mucho del calor poético de Mario Benedetti, y además está impregnada del realismo mágico de Gabriel García Márquez, puesto que puso a soñar a varios a la vera de un río tumultuoso con piedras como huevos prehistóricos, pero también a gemir al medio de la trifulca con olor a pólvora rebelde.
Hubo además frases precisas que se pusieron a rondar en las cabezas de muchos, como “Tengo el escenario adentro”, “No hay otro lugar más que la escena para sobrevivir” y “Un verso en la boca de un soldado es un milagro de amor”.
“Trinidad Guevara” le rinde honores a la Trinidad mujer, pero no a la construida históricamente por la cultura patriarcal, sino a la que se rebeló en tiempo y circunstancia, a la que le dijo que no a los moldes establecidos, a la que incluso fue capaz de colgarse la foto del amante en turno en plena escena, y que en el monólogo afirma que no era por adorno, sino como postura. Pero en realidad es un montaje donde se dan dos golpes con el mismo tiro: honor a la mujer, y honor a la actriz que le dio prestigio e historia al teatro rioplatense y latinoamericano.