LLEVAN A ESCENA LA BELLA Y LA BESTIA

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IMG_7378 (Medium)La producción hecha el casa, es presentada con éxito durante la vigésima primera edición del Festival Internacional Universitario de la Cultura.

Una producción hecha en casa, guiada por el baile, la actuación y bellas voces, fue la que presentó la Compañía de Comedia Musical George Gershwin de la UAS, durante la vigésima primera edición del Festival Internacional Universitario de la Cultura.

Más de 30 jóvenes en escena hicieron magia en el escenario de la Torre Académica, para revivir la mágica historia de La Bella y la Bestia, misma que abarrotó el recinto en las cuatro funciones ofrecidas durante el fin de semana.

Bajo la dirección escénica de Adonay Cabrera, la producción ejecutiva de Raúl Munguía, la dirección musical de Francisco Rocafuerte y la asesoría general de María de Jesús Rendón Ibarra, el montaje  sorprendió con un gran trabajo escenográfico, pero sobre todo con la frescura de los participantes, que durante poco más de tres meses trabajaron sin parar.

En escena, los artistas contaron la historia, ya conocida, de un joven príncipe que es transformado en una horrible bestia como castigo a su comportamiento cruel y egoísta. El hechizo sólo podría romperse cuando una mujer se enamorase de él por lo que era, y no por su apariencia.

No lo hicieron de manera tradicional porque, cuando abrió el telón, llevaron de la mano a los espectadores a castillos, bosques encantados y a la vida de Bella, una joven aficionada a la lectura, que junto a su padre, un inventor, veían el lado positivo de la vida.

Ella leía una y otra vez los mismos textos ante la mirada extraña de los otros, pero no así de Gastón (Fernando Corona), el ‘galán’ engreído que quería casarse con ella, pero al que rechazó en distintas ocasiones y de forma definitiva.

Bella, protagonizada en las distintas funciones por Ana Bonilla, Ruth Aragón y Yedid Urías, creó su mundo paralelo, hasta que su padre se perdió en el bosque y llegó al castillo de La Bestia, escenificado por David Uribe.

Ahí fue encarcelado y ella decidió ocupar su lugar para que pudiera salir libre. Dentro del castillo, junto a Lumiére, (Edwin Parra), Din-Don (Aldo Medina), Sra. Potts (Denisse Frías), Madame de La Grande Bouche (Fernanda Peña), entre otros, se enfrentó a La Bestia.

Contada en dos escenas, la pirotecnia, telones, y por supuesto la sorprendente escenografía, daban un acercamiento más directo con la historia, en la que La Bestia poco a poco fue ‘ablandando’ su  corazón, y hubo un momento en el que él y Bella se acercarían para no volver a separarse.

La Bestia estaba desesperada porque no se aparecía la mujer que lo amara sin importar su apariencia, y sobre todo porque a la rosa que rompería el hechizo le faltaba poco tiempo para marchitarse. En cierto momento, el príncipe hechizado le regaló a Bella un espejo mágico para viera y se comunicara con su padre a la distancia.

Entre un cuadro musical y otro, Bella dejó el castillo y fue a donde su padre, donde se encontró al mismo Gastón engreído y quien, por venganza, se aparecería después en los aposentos de la Bestia y heriría con un cuchillo. Fue cuando se dio el amor: la Bella lo tomó en brazos, y al percibir que estaba muriendo, le confesó del enamoramiento. Y se rompió el hechizo. Y la Bestia volvió a ser príncipe.

El resto de los personajes del castillo también retomaron su estado natural. La alegría llegó al que fuera antes un lúgubre lugar. Y todo mundo feliz y contento.

Después de poco más de dos horas de función, el público supo reconocer, de pie, este montaje realizada por la UAS, a la espera de que pueda llevarse de nuevo a escena.

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