Entusiasta y animoso, el barítono mazatleco José Adán Pérez, desde Nueva York, participa en el programa Entre Sonidos y Silencios

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  • Mi debut en Los Ángeles fue de la mano de Plácido Domingo, dijo el invitado de Radio UAS y la Coordinación General de Extensión y la Cultura

Entonces apareció a cuadro el barítono mazatleco José Adán Pérez. Era el año 2012 y se le veía como pedro por su casa en el escenario del Palacio de Bellas Artes: resuelto, simpático, gracioso y a un ritmo vertiginoso, adueñado del papel del Fígaro de la ópera El barbero de Sevilla, de Rossini, producción de la Compañía Nacional de Ópera, bajo la dirección escénica de Benjamín Cann.

Pero cómo no desenvolverse tan confiadamente, si ya había debutado en Elixir de amor, de Donizetti, con la Compañía de Ópera de Nueva York; si ya había ‘hecho’ a ese mismo Fígaro en Italia. Incluso, y acaso esto era lo de más calibre en su trayectoria artística para ese momento: haber formado parte del elenco de la ópera El Postino, adaptada del filme homónimo por el compositor mexicano Daniel Catán, compartiendo escenario con Plácido Domingo, a quien ya conocía, porque el tenor español le había dado la oportunidad de integrarse al Programa Domingo-Thornton para Jóvenes Cantantes en la Opera de Los Ángeles.

Y sobre el mencionado Fígaro casi empezó hablando José Adán Pérez, en el programa Entre Sonidos y Silencios, invitado por el conductor del mismo, el también artista y compositor sinaloense, Aldo Rodríguez, como parte de la barra digital de Radio UAS, incluido además en la cartelera virtual de la Coordinación General de Extensión de la Cultura.

“Para mí fue algo maravilloso el poder cantar este papel en el Palacio de Bellas Artes; y poder cantarlo como acostumbro: con esa vivez, con esa dinámica, como en ocasiones Rossini lo solicita; lo exige de un barítono lírico para poder cantar esta ópera, que tenga esa velocidad, porque el personaje lo requiere; en ocasiones hay directores que desean que vaya un poquito más lento; yo siempre prefiero que vaya, pero como rayo”.

Acreedor de la presea Sinaloense Ejemplar, también reconocido como Embajador de las Artes por el Mundo, por parte de la tierra de sus querencias, Mazatlán, José Adán Pérez, conectado desde Nueva York, dio paso a un caudal de anécdotas en torno a su vida, que incluyó la historia de aquel chico que aprendió a tocar violín, piano y guitarra, o la del joven que se movía entre ser estudiante de Ingeniería en el Tecnológico de Monterrey y miembro del Coro Ángela Peralta, que lo llevó a conocer a Antonio González y a Enrique Patrón de Rueda, siendo este último que lo azuzó y recomendó para que refinara su gusto por la música, en la Ciudad de México, con el maestro Manuel Peña.

Y así se mencionaron otros nombres, otras circunstancias y su propio desenvolvimiento como Ingeniero en Sistemas en la compañía General Motors, hasta que llegó el día de la puntilla, el momento en que empezó a realizar estudios operísticos internacionales.

Con la vivacidad y energía que le caracteriza, José Adán Pérez dedicó particulares enunciaciones a su encuentro con el tenor Plácido Domingo, cuando Aldo Rodríguez le preguntó cómo había sido trabajar con él: “Siempre ha sido una maravilla, siempre ha sido un maestro que su apoyo está con cualquiera de los jóvenes con los que le toca compartir el escenario, o con quien comparte una partitura”.

Y añadió: “Mi debut en Los Ángeles fue de la mano del maestro Plácido; él fue el director de orquesta en esa función de La Bohême, en la cual canté el papel de Marcello, junto con un gran amigo también, David Lomelí, un tenor de Monterrey”.

“Siempre, siempre, el poder estar aprendiendo del maestro Domingo, ha sido algo muy importante”.

Y dijo que la primera vez que lo vio en el escenario, en vivo, fue una de las veces que cantó en la zarzuela Luisa Fernanda; luego en la ópera La Valquiria, de Wagner, en una ocasión en la que el tenor padecía una gripe y que sin embargo salió avante con empuje. “Siempre verlo cómo administra su energía, cómo administra su voz para poder sacar adelante una función, aún así, con esa gripa que él estaba padeciendo, son cosas que le quedan a uno de educación, de buscar ser profesionales”.

Entusiasta y animoso, habló también de su participación en los Grammy de la Música Clásica, donde le rindieron un homenaje a Plácido Domingo; de la vez que éste lo dirigió en una gala de zarzuelas, así como de otros encuentros, como saludarlo, cuando se puede, en el Metropolitan de Nueva York. “También se divierte mucho con las cosas que ando haciendo: que si ando cantando con banda sinaloense, que si ando en Mazatlán, que si ando cantando en Japón, o haciendo actos de beneficencia… siempre hay una oportunidad de platicar entre los dos y me celebra toda la forma como me divierto”, dijo.

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