Vuelven a vivir la magia con el Ballet de Saint Petersburg

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  • La agrupación rusa ofreció los actos finales de tres obras ya clásicas: Giselle, Don Quijote y El lago de los cisnes, en la edición 2020 virtual del Festival de la UAS

Como si fuese sido ayer, la comunidad universitaria y sinaloense, y todo cristo a la redonda que tuvo la oportunidad de conectarse a las redes, volvió a vivir la gracilidad, perfección técnica y belleza plástica de las coreografías ofrecidas por el Ballet de Saint Petersburg -quien con estoicismo bailó en medio de los calores de Culiacán, el 15 de mayo de 2018-, con un gentío sobre el entorno del escenario, montado en la explanada frente al edificio central de la UAS, porque a muchos les fue imposible alcanzar una butaca para gozar el espectáculo, ofrecido en el marco de la vigésima tercera edición del Festival Internacional Universitario de la Cultura, y que este 2020 se realiza de manera virtual por la contingencia de salud que padecen el país y el mundo entero.

Y volvió a resplandecer el marco escenográfico, montado en plena plazuela Rosales, junto con el regio vestuario y el juego de luces, elementos que mantuvieron arrobados a los cientos que atendieron la invitación para disfrutar en vivo la magia de la danza clásica, embeleso que vuelve a experimentarse con la transmisión digital de la participación del ballet ruso, etiquetado como uno de los mejores espectáculos escénicos presentados por la UAS, hace 2 años.

El Ballet, aquella vez -que en otra edición del Festival ya había ofrecido su propuesta dancística-, bailó de nuevo con majestuosa gracilidad. Las ovaciones por parte del público así lo demostraron. Los cuerpos perfectamente entrenados de los bailarines se lucieron al ejecutar los actos finales de tres obras ya clásicas: Giselle, Don Quijote y El lago de los cisnes; y apoyados de una vistosa escenografía, vestuario y dos pantallas para mejor apreciación, los más de 20 artistas, dirigidos por Marina Medvetskaya, abrieron el programa con Giselle, la representación por excelencia de la danza del romanticismo, estrenada en 1841, en la Ópera de París.

En ella, los participantes elevan los sentimientos más profundos del ser humano, en la que el amor es el protagonista; y los pas de deux, y los giros, por siempre han de sorprender a cualquiera. No fue menos impactante la ejecución del Lago de los cisnes y Don Quijote, que se sumaron a la sensibilidad de los asistentes.

El grupo de bailarines, fieles a la técnica rusa -quienes en ese entonces incluyeron a Culiacán en su gira 2018 por México-, trajeron a escena a esa Dulcinea de inigualable belleza. Y a los cisnes. Y a príncipes. Toda la magia del ballet reunida para todos. Al final fue borrada cualquier incomodidad, puesto que nadie se quedó sin haber soñado, al menos un poco, con esas espléndidas escenas que nada más la danza clásica es capaz de generar.

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