Empiezan con el pie derecho los Lunes Culturales Universitarios

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  • El grupo teatral Aguaalada cautiva con el estreno de la obra ‘La esperanza de Martina’

Culiacán, Sin.- Con una historia que tanto cuenta el despertar mágico de los recuerdos perdidos en un hombre que había olvidado a su familia, como aquella situación en la que las mujeres no tenían más destino en la vida que estar quietas y esperar, con escenas poéticas y actuaciones de buena factura se estrenó la obra ‘La esperanza de Martina’, de Mónica Hoth, con la que se dio por inaugurada la nueva edición de los Lunes Culturales de la UAS, en el Teatro Universitario, el pasado lunes 7 de octubre.

A cargo del grupo teatral Aguaalada, bajo la dirección de Alberto Bueno, la joven actriz Adamari López Medina logró cautivar al público en su papel de ‘Martina’, una niña de diez años que se negó a jugar el papel de la mujer que espera, como lo hizo su madre y como lo hicieron sus abuelas y bisabuelas, porque debía rescatar a su padre del olvido, llamado ‘Martín’, un hombre pájaro que había emigrado a los Estados Unidos y del que no se había sabido nada por mucho tiempo.

El elenco

Su madre, personificada por Sarah Aragón, se había negado rotundamente a que saliera tras la búsqueda de ‘Martín’, como igual se opuso ‘Don Chipote’ (Luis Artemio Ortiz), mientras que una de sus amigas de escuela (Mariana Martínez) llegó al punto de ensañarse con ella por el abandono del padre.

Y en esas tristezas y ansiedades andaba cuando fue mordida por una víbora, accidente que la llevó a un profundo sueño, que fue justo la oportunidad onírica para emprender la búsqueda, en la que se topó con polleros-rufianes y con la ‘migra’; pero fue también el detonante para una de las escenas más poéticas, donde se encuentra con ‘Dorotea’ (Sarah Aragón), una suerte de hechicera blanca que se dedicaba a juntar plumas de aves, esto es, las esperanzas de los hombres pájaro que morían en su intento de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos, y con esas plumas diseñaba almohadas para que los niños huérfanos durmieran en paz.

Fue precisamente ‘Dorotea’ quien le dijo a ‘Martina que debía rescatar a su padre del olvido, que estaba encerrado en una ‘jaula’ y debía conseguir la llave, enmienda que pudo lograr y liberó a todas las plumas de aves (esperanzas) que estaban presas; y fue cuando se fueron las fiebres y despertó, con su madre a lado de la cama, a quien le contó de su hazaña, mientras que ella le dijo que había recibido carta de ‘Martín’, en la que se lamentaba y pedía perdón por haberlas olvidado; que no supo cómo, pero que en un de repente habían vuelto sus ‘recuerdos perdidos’, dándose cuenta que tenía una esposa y también una hija; y a un pueblo que añoraba. Y prometió el regreso, fechado en 12 de diciembre y en el tren de las 5 de la tarde, justo el día en que ‘Martina’ había vuelto en sí, salvándose de morir por la picadura de la serpiente.

Fue en la escena de la estación del ferrocarril, con la madre e hija felices por el retorno de ‘Martín’, como culminó ‘La esperanza de Martina’, basada en la obra ‘Martina y los hombres pájaro’, de Mónica Hoth, logrando que los Lunes Culturales Universitarios, en su nueva época, empezaran con el pie derecho, inaugurados por Homar Medina Barreda, Coordinador General de Extensión de la Cultura, y donde también estuvo presente Fernando Mejía Castro, Director Académico Cultural.

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