Culiacán, Sin.- Nadie pudo atreverse a decir que todo estaba perdido, porque Francisco Robles fue a ofrecer su corazón, similar al tema con el que abrió la velada dentro de los Miércoles de Concierto de la UAS, cobijado por el teatro auditorio ‘Juan Eulogio Guerra Aguiluz’, justo el poeta que le marcaría el tono de sus interpretaciones, a partir de la quinta canción.
Había iniciado con aquella pieza que alcanzó la cumbre en la voz de Mercedes Sosa, la que refiere que el corazón es la “luna de los pobres” para iluminar cuando arriban las corrientes tristes, continuando con otros temas imprescindibles de todo bohemio de verdad, cuando luego de una intervención de la conductora Brenda Rodríguez, en donde se habló del insigne poeta Guerra Aguiluz -cuya obra más representativa fue llevada a escena por el mismo Robles, no como poesía musicalizada, sino como una poetización de la música, habría dicho Juan Eulogio Guerra Liera, hijo del literato y Rector de la casa de estudios- destelló la impronta del concierto del trovador, en fecha 26 de febrero.
Entonces el invitado de la Coordinación General de Extensión de la Cultura, la Unidad Académica de Artes y la Dirección de Radio UAS, habiendo ofrecido la obra ‘Del amor elemental”, en la que el poeta Guerra ‘conversa’ con su hijo y en donde le dice: “Tu lágrima es inédita, estrénala en domingo cantando una canción”, ya casi no pudo abandonar la temática sobre trovas amorosas, familiares y de amistad, revelando a un Francisco Robles con un buqué en donde sólo caben “Canciones con sentimiento”, que fue el título de su concierto.
Y al centro del teatro auditorio Juan Eulogio Guerra Aguiluz, de Radio Universidad, Francisco Robles hiló los Miércoles de Concierto de la UAS con letras profundas, ajenas al canto pop, que más de las veces, pasado de moda, va a parar al arcón de los recuerdos en forma de basurero, evidenciando la existencia de autores e intérpretes que no se desgañitan para estar arriba del top de los éxitos, según las firmas comerciales, sino para darle mayor sentido a la vida, iluminándola con letras que, de veras, anuncian que no todo está perdido, pues siempre habrá alguien por allí que ofrecerá su corazón.