El artista debe de reír y llorar con su pueblo, dijo el titiritero chileno Miguel Oryazún

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Miguel Oryazún, a título personal, condenó la represión gubernamental contra la población civil de su país, Chile
  • Antes de ofrecer el espectáculo ‘Juan, María y los Cómicos del 900’, denunció la violación de los derechos humanos en su país, en el marco de Nortíteres y los Lunes Culturales Universitarios.

Culiacán, Sin.- En Chile se violan todos los derechos humanos, se leía en un cartón que semejaba la bandera de aquel país, colocado frente al teatrino donde la agrupación El Chonchón escenificaría la obra ‘Juan, María y los Cómicos del 900’, como parte de las actividades del Festival Nortíteres 2019 y en el  marco de los Lunes Culturales Universitarios.

«Carlitos en amanecida», en honor al emblemático Charles Chaplin

De repente se plantó frente al letrero el titiritero chileno Miguel Oryazún, director del grupo, quien a título personal denunció las atrocidades que el gobierno de su país está cometiendo contra niños, adultos y jóvenes, acusando persecución y tortura, y no nada más en Chile, sino también “en Ecuador, en Bolivia y ahora en Colombia”.

Conmovido, recordó unas líneas de un poema de Federico García Lorca, en el que dice que “el artista debe de reír y llorar con su pueblo”, haciendo suyas las palabras y abundando en la culpabilidad que también tienen los militares chilenos en esta situación donde se violan los derechos humanos de sus compatriotas; acto seguido, quitó la denuncia escrita y entonces dio principio el espectáculo.

«Juan» y «María», una parte graciosísima del espectáculo

Y fue una delicia el contenido de ‘Juan, María y los Cómicos del 900’, haciendo felices a los niños y adultos que se dieron cita en el Teatro Universitario, la tarde del lunes 25 de noviembre, iniciando con “Carlitos de amanecida”, que no era otro que el Charles Chaplin que hiciera historia en el cine mudo; luego vino “El novio que espera a la novia”, donde se honra la memoria de la actriz francesa Alice Guy (la primera figura del cine, no los hermanos Lumiere, se dijo durante la puesta en escena), quien apareció graciosamente a lado de otro icono de aquella época, Harold Lloyd.

Por último, se dio lugar a la singular pareja compuesta por ‘Juan y María’, donde ella solicita ayuda porque anda asustadísima tras la aparición de un fantasma, pero mucho de lo allí sucedido, a manera de improvisaciones teatrales, sirvió al artista tras el guante para explayarse, para dar rienda a su creatividad artística, a su discurso social como titiritero, porque en un momento dado hasta entonó una de las máximas letras que interpretara la argentina Mercedes Sosa, aquella que dice sólo le pido Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente, en alusión a la violencia actual que padece Chile, su patria y la casa de sus querencias y preocupaciones.

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