XXII Festival 2017- Presentación del Libro ‘MADRUGADA EN SVALBARD’

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IMG_2838 (Small)SE REÚNEN TEATREROS PARA PARA NO PERDERSE LA ‘MADRUGADA EN SVALBARD’

  • Dan lectura a la obra del dramaturgo Daniel Serrano

Con la lectura total de las nueve escenas que componen la obra dramatúrgica “Madrugada en Svalbard”, del sonorense Daniel Serrano, la tarde del pasado lunes se logró generar una atmósfera entre lúdica y nebulosa, bastando con cerrar los ojos para imaginar que por la cuartería de la Casa de la Cultura Miguel Tamayo caminaba la octogenaria y altiva escritora ‘Amanda de Mendoza,’ dejando tirados por los rincones jirones de su memoria y haciendo valer sus poses de diva, frente a un hijo, ‘Gabriel’, que se resistía a que su madre fuera consumida por el olvido del olvido, esto es, por el Alzhéimer, y ella casi resuelta a no ceder ni un ápice de su vanidad en cuanto a un reencuentro con el ex esposo, ‘Pablo’, quien desde la distancia no cabía en gozo por el padecimiento de quien había sido su mujer durante 50 años.

Lo que puede considerarse una reunión de teatreros, atraídos por el influjo del libro de Serrano, permitió que el vetusto caserón, donde antaño viviera la familia Almada, se asemejara a un encuentro de bohemios con las copas rebosantes de frases redondas, de situaciones delirantes, de líneas con un humor recurrente y una pronunciada carga humana, puesto que la obra ofrecida se apalancó en lo más complejo de la existencia: la vida.

Pero sin sus artífices no hubiera habido atmósfera, ni lúdica, ni nebulosa. Por eso la concurrencia agradeció con profusión la lectura que se hizo de “Madrugada en Svalbard”, hecha como se debe, es decir, por profesionales del escenario: Inga Pawells, Rodolfo Arriaga y Genaro Sahagún. Claro, en presencia del dramaturgo Daniel Serrano.

El libro, Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda 2016 y presentado en el marco del XXII Festival Internacional Universitario de la Cultura, concibe una trama donde el autor expone, desde su concepción plástica, la crudeza de la vejez, la nebulosidad de le memoria en los bordes de la edad madura; y una encrucijada moral, ética y filosófica, porque, en su historia, las enfermedades se pueden “transferir”, esto es, un ideal de “eternidad” dependiendo del grosor de la cartera de cada quien.

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